Ya no sé ni cuánto tiempo he estado aquí, tan solo sé que ya hasta amaneció. Aún no me lo creo, me es imposible aceptar el hecho de que van a hacer que mis seres queridos, se olviden completamente de mí. De tan solo pensarlo se me corta la respiración y comienzan a escocerme los ojos por las lágrimas de impotencia.
Tengo ambas piernas entumecidas, producto de tantas horas estando acurrucada detrás de este viejo roble. Mis manos juegan con algunos de los hierbajos del suelo, arrancándolos e intentando trenzar unos con otros. Mi mente divaga en todo un pozo de pensamientos confusos y tristes. Estoy temblando del frío.
Este es el precio a pagar por ser bruja, este es mi karma, mi misión. Odio pensar en que nada de lo que era volverá a ser. Mi realidad en estos momentos es otra, por mucho que me cueste creerlo. Las ganas que siento de acabar con todo, de huir, de mandarlo todo a la mierda; son tan fuertes que a momentos me ciegan y no me permiten ver el panorama más amplio y profundo de la situación, en la que me encuentro.
Esto está siendo muchísimo más difícil de lo que me imaginé y aunque me niegue a creerlo, mi subconsciente sabe que este es solo el primero de todos los sacrificios, que tendré que hacer. Mi corazón literalmente arde, arde tal cual herida abierta a la que le echasen sal. Decir que estoy destrozada seria mentir, estoy hecha mierda, completamente rota por dentro.
No sé cuándo acabará esto, ni si alguna vez terminará verdaderamente, por lo cual me es tan difícil pensar que, es indeterminado el tiempo en que no veré a mi madre, a mi padre y a mis amigos. Esto ha sido, de lejos, el sentimiento más doloroso y aterrante que alguna vez haya sentido, en toda mi vida.
Continuar pensando en todo esto, seguir regodeándome en el sufrimiento, solo causa que sienta lastima de mi misma y que no enfrente las cosas como se supone y se espera que yo lo haga. El lujo de pensar en lo injusta que es la vida, no está permitido en las guerras y en eso es en lo que me encuentro, en una jodida y añejada guerra.
No seré la primera ni la ultima en tenerse que tragar sentimentalismos poco objetivos y surrealistas, para poder luchar por causas más justas e importantes. Así ha funcionado y funciona el mundo. No te tiene que gustar, porque no se hizo para cumplir deseos, así que debes nadar con la corriente y dar un paso después del otro, descifrando el camino a seguir sobre la tortuosa marcha.
Al menos sé que estarán bien, el desconocimiento los protege y esa es la única razón por la que me mantengo en pie, porque sé que estarán bien, apartados de todo este embrollo.
Si me niego a esta lucha, todos los que amo serán masacrados por Mauro, al menos eso es lo que mi abuela y todos estos locos del aquelarre me han hecho creer. Me aterra pensar en que se convertiría la Tierra si ellos ganan esta guerra, aunque verdaderamente no tengo ni la más mínima idea de cuáles son sus objetivos, o de que es lo que van a hacer con todos los humanos, si esto llegase a ocurrir. Lo único que conozco, por lo que me han dicho y por razonamiento propio, es que sería algo devastador y sangriento, pero… ¿Y si tal vez esto no es así?, ¿y si las cosas realmente no son tan malas como creo?, ¿y si ellos no son tan brutales?, ¿y si…? no sé…
Son tantas interrogantes sin respuestas, que veo imposible toda esta mierda. A veces tan solo quisiera matarme y listo, olvidar todo esto y ser libre, sin más. Así acabaría con todo lo que se supone que tengo que hacer, pero suicidarse es solo para cobardes y yo seré cualquier cosa menos eso.
Me obligo a levantarme del suelo, juntando todas mis fuerzas y dándome palabras de ánimo,
–Tú puedes con todo esto, eres valiente, mucho más de lo que crees. Todos dependen de ti y como tal te debes de comportar. Así son las cosas y no le busques más explicaciones, así se mueve el mundo y listo, no hay más que pensar.
De un manotazo torpe y furioso limpio las lágrimas que bañaban mi rostro, segundos atrás. Me recompongo, decidiendo volver y encarar la situación.
Cuando me enteré de lo que Clea pensaba hacer, salí corriendo sin pensármelo. Era tanta mi furia y mi sensación de injusticia que yo solo quería huir, olvidarme de todos y no permitirles que borrasen mi existencia de la memoria de mis padres. Así que corrí sin parar casi dos kilómetros, hasta quedar prácticamente sin aliento y dejarme caer bajo la sombra de un viejo roble, que me brindaba el refugio necesario, siendo un escondite perfecto.
Prohibiéndome pensar más en toda esta mierda, enfilo mi camino de regreso. Trato de ubicarme, de darme cuenta del camino que recorrí, para retroceder sobre mis pasos, ya que en el furor del momento apenas noté por donde iba.
Al ponerme de pie, una punzada de dolor me abraza los pies descalzos. No quiero pensar en el estado en que se deben encontrar, luego de tal carrera, sin ningún calzado que los protegiese.
Luego de un buen rato tratando de recordar y encendiendo mi brújula interior, logro encontrar el camino (que les rezo a todos los dioses porque sea el correcto).
Ya no me quedan dudas, este es el bosque de Golden Eve, aunque yo nunca exploré estas partes, algo en mi interior sabe que estoy en lo correcto. No sé si serán los sonidos, ya de antaño familiares, el olor a hierba mojada o el color de las rocas y árboles, los que me dicen que en alguna parte de este espeso bosque, yo pasaba todas mis mañanas.
Mi corazón da un vuelco al recordar que Adam me dijo que él vivía aquí, en una cabaña.
–Estoy muy cerca de él–me digo notando como me sonrojo, al recordarle y sintiendo una punzada de dolor, al pensar que el también olvidara mi existencia totalmente.
–Basta– me regaño a mi misma–no pienses más en eso, no le des más vueltas.
Mis pies desnudos hacen crujir a las ramas que están en el suelo, regalándome ese sonido tan familiar. Ya casi había olvidado lo que se sentía estar aquí. El aire es tan puro, que al respirarlo tal parece que desinfecta todo tu cuerpo, brindándote un aliento de naturalidad y tranquilidad.
Mis ojos recorren todo el entorno, regodeándose en los hermosos tonos de verde. A mi izquierda una ardilla corre tan velozmente, que por pura casualidad mis ojos la logran captar.
Todo el recorrido que he hecho ha sido completamente descalza, ya que cuando me hicieron irme de casa, no traía zapatos y mi cuerpo está casi congelándose por estar solamente cubierto por unos shorts cortos y un blusilla de tirantes rosa.
–Gracias a dios que traigo sujetador–me digo tranquilizadora–ya que sería muy embarazoso no llevarlo
Apenas había notado la incomodidad física que siento, estaba tan ensimismada en mis pensamientos, que no me di cuenta de que en mi carrera desesperada, mis pies fueron víctimas del tan irregular y tempestuoso suelo. No ni quiero mirarlos, ya bastante tengo con que me duelen mucho. No me quiero asustar por las grandes heridas que de seguro tendrán, prefiero ignorarlo de momento y tratar de olvidarme del creciente recién notado dolor, centrándome solo en regresar y descansar. Ya mañana será otro día y estaré mucho más fresca y descansada.
Luego de no sé cuánto tiempo, avisto la mansión y creo que voy a llorar de alegría. Ya no soportaba más el dolor en mis pies. Durante el trayecto tuve que, en repetidas ocasiones, sentarme en el suelo y descansarlos, para continuar.
Ignoro la forma en la que logro llegar a la puerta principal de la casona, tan solo sé que casi la derrumbo con mis desesperas manos, anhelando que me abriesen. Enseguida en el umbral aparece Kalem y sin pensármelo dos veces caigo, de a lleno, en sus brazos.
–¡Katherine, gracias a dios! Estaba preocupadísimo–articula, aunque yo apenas le oigo.
Una de sus manos la pone en la parte interior de mis rodillas y con la otra sujeta mi espalda. Yo entrelazo, con las pocas fuerzas que me quedan, mis manos alrededor de su cuello, para facilitarme el trabajo. De esta forma me lleva en brazos y yo tan solo puedo agradecerle él y a todos los dioses, por no tener que dar un puñetero paso más.
–Katherine, desaparecer de esa forma no es adecuado, no teníamos ni idea de donde estabas–dice, haciéndome sentir la vibración de sus palabras, al tener mi cabeza acomodada en su pecho– ¡Mira como tienes tus pies! ¡Saliste corriendo sin zapatos y estas helada!
Yo ya casi ni le escucho, no me importan sus regaños, bastante tengo yo con sentir el precio de mis súbitos arrebatos de descontrol. Cuando sus brazos me depositan en una cama, calentita, suave, acolchonada, creo que estoy en la gloria, siento que toco el mismísimo cielo del alivio que me embarga. Sus manos alcanzan lo que creo que es una sábana y con ella me arropa. En el segundo en que hace esto, mis ojos se cierran instantáneamente, para hacerme caer en un profundo y agradable letargo.
No tengo idea de cuánto tiempo halla pasado, tan solo sé que para cuando despierto, soy mujer nueva. Hasta casi con miedo de que me duela estiro cada célula de mi cuerpo. Muevo los pies y veo que se encuentran completamente limpios y vendados con una gasa blanca, recubriéndolos completamente desde los dedos hasta el talón. Alguien los debió haber lavado y curado, mientras yo permanecía dormida. No puedo sino agradecerle un millón de veces a esa persona, momentáneamente anónima, por el alivio que siento.
La estancia en la que me encuentro es sumamente acogedora. El mobiliario es rústico y escaso, contando la habitación con solo una cama, en la que me encuentro tendida, una mesilla de noche, un guardarropas que abarca prácticamente la mitad de todo el espacio y un sofá de cuero súper mullido, que aparenta ser comodísimo.
A mi derecha se extiende un gigantesco ventanal de cristal, por el cual se observa el exterior, gracias a que las cortinas de tafetán grueso, con estampados marrón claro, están completamente corridas. Debido a la coloración que se aprecia fuera, sé que deben ser cerca de las seis o siete de la tarde.
–¡Wao, he dormido muchísimo!–me digo sorprendida
Con cuidado me paro y en cuanto mis pies tocan el suelo, me retraigo un poco por el dolor punzante que siento. Dando cortos y suaves pasos me acerco a la puerta, que permanece cerrada. Al abrirla se observa un largo y ancho corredor, con varias puertas que están aparentemente cerradas. Apoyándome en una pared, continúo caminado hasta el final del pasillo, en donde una pecera amplia, ocupa toda mi visión.
Sin pretenderlo, me veo hipnotizada con el nadar de los pececillos de variadas formas y colores. La visión de estos animalitos me brinda una agradabilísima sensación de calma y paz interior.
–Me encantan, suelo pasar horas aquí sentado observándolos nadar,–la voz de Kalem, me saca de mi ensimismamiento– es casi hipnotizador, se podría decir.
No sé de donde apareció, me supongo que del interior de alguna de esas puertas. Con una gracia ruda se sitúa a mi lado, de manera que siento el agradable calor que emana su cuerpo. El silencio del que nos hacemos participes es realmente incomodo y siento que debo llenarlo de cualquier manera.
–Gracias por lo que hiciste–comienzo–no tienes ni idea de cuan exhausta me sentía.
–No hay nada que agradecer–responde mirándome a los ojos– somos tu familia y eso es lo que hacen las familias, se cuidan unos a otros
–De todas formas gracias, necesitaba realmente descansar.
–Tienes los pies destrozados, fuiste muy imprudente en salir corriendo despavorida sin llevar puestos zapatos,
–Tienes toda la razón–argumento encogiendo los hombros–Fui una estúpida, pero necesitaba tiempo a solas para razonar todo esto.
–Eso no justifica el daño físico que te causaste–responde frunciendo el entrecejo
–Realmente no me importaba en ese momento.– Kalem bufa de forma exasperada al escuchar mi respuesta.
–Eres imposible–susurra mas para sí mismo, que para que yo le escuche.
–En serio hicieron un buen trabajo vendándolos– argumento, obviando su comentario–Se sienten mucho mejor.
–Sí, que bueno. Los limpié y desinfecté las heridas, porque no podía esperar a que despertases, estando tus pies en tan mal estado.
–¡Fuiste tú!, pues un millón de gracias nuevamente–le digo sonriendo
–Por cierto, sabes que no deberías estar de pie. Necesitas reposo, para que sanen correctamente– dice mirándome muy serio
–Es que pensé que si permanecía un segundo más en esa cama, sin hacer nada me daría un infarto–respondo resuelta–y también quería explorar un poco el lugar.
–No es muy buena opción explorar cuando apenas puedes caminar.– Kalem enarca una ceja y yo solo puedo darle la razón inconscientemente.
–Muy cierto–le digo sonrojándome por mi poco sentido común.
–Ya veo que un poco temeraria sí que eres– dice incisivamente
–Y que lo digas
–Y un tanto imprudente e inmadura se diría yo –argumenta expectante a mi reacción
–Tampoco es como si hubiese saltado en paracaídas desde el Everest desnuda–respondo picada– no es para tanto.
–No para nada, tan solo saliste corriendo directo a un bosque descalza, vistiendo solo unos shorts diminutos y una camiseta de tirantes, cuando allá afuera hay casi de quince grados de temperatura, pero eso no es todo, porque para colmo era de noche y cuando volviste ya había amanecido es decir que, mínimo, te pasaste cerca de cinco horas sin que nadie tuviese, ni la más remota idea, de dónde te encontrabas– todo esto lo dice de manera burlona, pero el tono de su voz me asusta porque posee una gran seriedad al mismo tiempo.
–Pero, bueno dicho así…–respondo tartamudeando un poco–parece mucho peor, además si tan preocupados estabais, bien que podríais haber salido a buscarme.
–No lo hice porque sabía que necesitabas tiempo, que debías asimilar todo esto, pero el punto no es que saliste corriendo a buscar un lugar a solas para pensar, sino es el hecho de que en las condiciones en que tú estabas, no eran las mejores para hacerlo.
–Cierto–respondo, sin más.
Ambos permanecemos unos minutos en silencio, cada uno pendiente de sus propios pensamientos. Hasta que Kalem rompe el silencio de forma abrupta.
–Pues, entonces después de tanto pensar, alguna decisión habrás tomado. ¿No?
–Como si esto fuese siquiera mi decisión– le digo y mi voz suena triste, casi agobiada–Mi destino está decidido, desde mucho antes de yo siquiera nacer.
Kalem se mantiene en silencio y tan solo me observa de forma peculiar y se pudiese decir que, su mirada y su simple presencia me reconfortan.
–Voy a seguir con esto–digo–No tengo otra opción y por más que me duela separarme de todos a los que amo, es mi responsabilidad hacerlo. Por el bien de todos.
–Lo siento–susurra mirándome directamente a los ojos–No sabes cuánto te entiendo
–No tienes porque sentirlo, no seré ni la primera ni la ultima en tener que separase de su familia, por un bien mayor.
–Eso no significa que no duela cuando ocurre, así que si tengo razón para sentirlo– dice usando un tono solemne
–Tan solo me cuesta mucho la idea de que ellos no me recordaran. Cuando solo lo imagino me derrumbo y dejo de respirar. Yo sí que sabré quienes son, pero para ellos tan solo seré una total desconocida– le digo y siento como las lágrimas pugnan por salir de mis ojos.
–No sé ni que decirte Katherine–argumenta–Tan solo creo que el hecho de saber que están a salvo, de que siguen vivos aunque no te recuerden, debe consolarte aunque solo sea un poco.
–Eso creo, pero aún así sigue doliendo, y mucho– respondo y esta vez sí que ya estoy llorando.
–Además esto no tiene porque ser eterno, cuando toda esta guerra termine, podrás volver con ellos, porque desharíamos el hechizo y ya ellos volviesen a recordarte sin problema alguno.
–Ah, Kalem–le digo suspirando– No sabemos ni siquiera si ganarémos, no tenemos ni idea de si mañana ellos atacarán y puede ser que sobrevivamos o puede ser que no. No sabemos cuándo toda esta mierda acabará, o si acabará en algún momento.
–Tengo fe, de que si que acabará y será a favor del bien– responde conmovido– Han muerto demasiados de los nuestros, de forma injusta, al menos por ellos debemos sacar las fuerzas necesarias y acabar con Mauro. Matarlo y acabar de una buena vez con este martirio sangriento.
–Que dios te oiga–le respondo, aunque sus palabras solo sean para mi, en el estado de desesperanza en que me encuentro, simplemente eso, palabras.
–Sabes algo, se me acaba de ocurrir una idea que puede hacer que todo esto resulte, un tanto menos doloroso para ti.
–¿Y qué seria eso?–instantáneamente una chispa de esperanza se siembra en mi interior.
–No tendríamos porque hacer que todos los que conoces te olviden–dice y creo que se va a salir el corazón del pecho–Eso seria demasiado radical, en vez de eso podríamos hacer que todos crean que te has marchado a cualquier lugar, por determinada cuestión. Podría ser por estudios, o simplemente un viaje de turismo. De esta forma podrías llamarlos y mantenerte en contacto fingiendo estar en dicho sitio y así los tendrías todavía a tu lado de cierta forma. ¿No crees?
–¡Sí, claro, por dios! ¿Cómo no se me ocurrió antes?– exclamo tan emocionada, que creo que le voy a saltar encima a abrazarle–estaba tan ocupa autocompadeciéndome, porque me iban a olvidar, que no se me pasó por la cabeza la solución más evidente.
–Supongo que de esta manera te será más fácil adaptarte.
–No te imaginas cuanto–digo–aunque, ¿por qué esa no fue la primera opción, desde un principio?, ¿Por qué fueron directo a quererme borrar de la memoria de todos, de forma tan radical? ¿Por qué quisieron que me apartase completamente de mi familia, que cortase todos los lazos con ellos?
Kalem se mantiene en silencio por unos segundos, mientras conjeturo estará pensando en una buena respuesta.
–Pues, supongo que esto sea producto de lo poco acostumbrados que estamos a tratar con humanos comunes y corrientes, estamos un tanto oxidados debido a tanta guerra, que ya todas nuestras soluciones son un poco, o demasiado tajantes, vamos y cortamos el árbol de raíz sin pensar en las consecuencias posteriores que esto pudiese traer– me explica sentándose en el suelo e invitándome con una mano a que yo haga lo mismo–además de que somos un tanto posesivos con los nuestros, queremos que su círculo de relaciones tan solo se centre en nosotros los brujos, que solo compartan con los miembros del aquelarre. Esto es algo sumamente egoísta de nuestra parte pero no lo podemos evitar, está en nuestro ADN.
Por más que no me agrade, eso de que sean posesivos, trato de no decir nada, porque la mirada de este hombre, carga con el peso de un sufrimiento muy pesado. Hay algo en la expresión de su rostro, que me dice que hablar de todo esto le remueve algo en su interior, llámenlo sexto sentido o intuición, pero cuando mi instinto me dice algo, ignorarlo solo me convertiría en una estúpida.
–¿Han sido muchos años?, eh– pregunto mientras con cuidado de no lastimarme los pies, me siento a su lado en el suelo frio.
–Demasiados, tantas muertes– dice y sus ojos se ven cubiertos por un manto gris que me supongo sea tristeza–tanto sufrimiento, nos ha hecho perder parte de la humanidad que nos quedaba, a veces siento que soy solo un robot diseñado para matar sin pensárselo dos veces, porque si no lo hago ellos se me adelantan y matan a los que amo, que aún quedan con vida. En eso se basa nuestra existencia, en adelantarnos a sus asesinatos, en acabar con ellos antes de que lo hagan con nosotros.
–¡Por todos los dioses!–exclamo–no sé cómo han vivido así por tanto tiempo.
–Ni yo tampoco–responde y su tono es triste
–Pero realmente, ¿todo este sufrimiento vale la pena, esta lucha, este derramamiento de sangre?–pregunto sin poderlo evitar–Paremos esto, basta, ya es suficiente.
–Katherine–espeta y sus ojos llamean de rabia contenida–si no luchamos, ellos nos mataran a todos, así sin más, para luego utilizar a cada humano vivo en esta tierra para sus sacrificios, y así cada vez se convertirán en más y más poderosos. Nosotros luchamos porque no masacren a toda la humanidad y a las otras criaturas mágicas que quedan en este mundo, tratamos de controlarlos. Así que sí, todo este sufrimiento y derramamiento de sangre es necesario, para tratar de preservar la vida en este planeta.
Nunca había pensado eso de tal manera, llámenme ingenua, pero me costaba creer que alguien pueda desear acabar con todos, para convertirse en más poderoso. Es algo tan sucio, que no cabe en mi cabeza.
–Lo siento–respondo apenada– es que esto me parece una jodida película, aún pienso que en cualquier momento despertaré y toda esta mierda no será más que un sueño, todavía tengo un sentimiento como si todo lo que estuviese viviendo, no fuese real.
–Es algo normal– indica y me sonríe, aunque de forma agria y melancólica– cuando pasa algo tan estremecedor, tan sorpresivo y doloroso en la vida, es natural sentir como que nada es real, que todo es un sueño o una broma de mal gusto y lamento decirte que esa sensación hace que todo sea aún más doloroso. Algo parecido sucede cuando pierdes a alguien que amas mucho, no hay forma de que te puedas quitar de la cabeza ese sentimiento de irrealidad, casi crees que puedes volverle a ver en cualquier momento, esa esperanza latentemente dolorosa persiste durante mucho tiempo, hasta que el peso de la verdadera realidad hace que despiertes, abras los ojos y entierres en lo más profundo, esa estúpida sensación.
Sus palabras suenan tan salidas del alma, tan sentidas, que alguien que no haya pasado por algo similar, no podría describir de forma tan exacta, lo que se siente.
–¿Tú lo has sentido, verdad?–pregunto expectante
Kalem mira la pecera sin verla, perdido entre sus pensamientos para después de lo que me parece una eternidad responder–Mi esposa y mi hija, cuando las perdí, no podía arrancarme esa sensación.
¡¡¡¡Por dios santo, su hija y su esposa, las perdió!!!! Pobre Kalem, ¿Cómo vive, como sigue en pie, tan encantador y risueño? ¿Cómo tiene fuerzas para seguir luchando?
–Lo siento muchísimo–espeto sin saber ni que decirle–No me puedo imaginar como te debes de sentir, estoy sin palabras, me siento tan egoísta, yo aquí hablándote de toda mi insignificante mierda y tú con todo eso. Perdona, realmente eres admirable por seguir en pie y con tantas esperanzas.
–No, Katherine, no te sientas mal, cada cual sufre lo suyo, y no por eso una pena es menor que otra, porque todas afectan el alma y eso es lo que realmente importa– dice y vuelve su mirada hacia mi–Además tampoco digas que soy admirable, si alguien tiene la culpa de lo que les pasó ese soy yo, y lo único que me mantiene en pie es la esperanza de las vengaré, por esa razón es que, cada mañana me levanto con ansias de que todo esto acabe y de una manera justa, para que ya no mueran más inocentes.
–Perdona– suelto, antes de que pueda detenerme–¿Cómo dices que el culpable de lo que les pasó eres tú?
Kalem vuelve completamente su cabeza hacia mí, mientras se pone en pie– No quiero hablar de ello, tan solo es eso, yo fui el culpable y a cada segundo que pasa pago el precio por ello.
Dicho esto se marcha, perdiéndose de mi vista al entrar en una de las tantas puertas que nos rodean. Estoy completamente desconcertada, no le encuentro sentido lógico a lo que acaba de decir.

YOU ARE READING
Aullidos
FantasyKaty es una chica normal, o al menos eso es lo que pensaba, hasta el momento en que es atacada por dos lobos. Katy no tenía idea del rumbo que iba a tomar su vida a partir de este suceso, ni cuanto tendría que descubrir sobre la historia de su famil...