Capitulo siete: Opale

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Después de algunos minutos el teniente Moisés y el hombre gordo entraron a la cabaña para refugiarse del inclemente frió siguiendo el rito de cerrar para puerta para que no se congelen. Ya dentro el mercenario seguía encadenado a la cambiante, se dirigió a las despensas del bar buscando algo que comer y de beber.

El teniente se digirió a la fogata mirando fijamente al anciano este lo reconoció:

— Sr. Richard, coronel de las fuerzas de los republicanos un placer conocer a la leyenda el caballero de Gray port.

— Cuida tus palabras radical.

— Mi nombre es Moisés sr. Richard Vargas— respondió el teniente mirándole a los ojos desafiante— vengo solo con el interés de refugiarme y contar muy buenas historias, puedo tomar asiento a su lado.

El coronel lo pensó por unos minutos hasta que acepto la propuesta del teniente.

Mientras el y el coronel charlaban el banquero comenzó a platicar con el mercenario:

— Hola buen hombre veo que tienes unos asuntos adicionales en Rosenrot. Mi nombre es Tobias Malstein, me dirijo a Rosenroth para administrar el nuevo banco que se va inaugurar en la zona. ¿sabe que la competencia es sana siempre cuando no haya monopolio? Yo y un grupo de personas muy capacitadas vamos a hacer que el otro banco tiemble de haber subido la tasa de sus créditos a sus mejores clientes.

— Así que eres un banquero con experiencia— respondió el mercenario mirándolo sospechosamente— compartamos una cerveza y veamos si puedo acceder a tus créditos que estas comentando.

El banquero y el mercenario seguían conversando mientras un solitario hombre sentado en una pequeña mesa, un vaquero con el traje desgastado barajeaba un mazo de cartas, como si esperase a una victima para poder sacarle dinero fácil. El comisario se fijo en el y poco a poco se acercó iniciando la plática:

— al parecer también quedaste varado aquí vaquero.

— No soy cualquier "vaquero" que tanto llaman, soy Randall Santana, uno de los pocos pistoleros que quedan en Sodeft.

— ¿pistolero? Nunca había escuchado ese término.

— Es como una especie de guardián— respondió el pistolero al comisario—no somos ni mercenarios ni comisarios, somos nómades errantes sin un fin específico, el viento es mi guía.

— Veo que tienes un mazo de cartas ¿te pertenece? — pregunto con sospecha el comisario

Efectivamente el mazo de cartas solo podía pertenecer a una persona, siempre pre y cuando los símbolos de las cartas tengan algún parecido con alguna prenda o decoración de la persona, en este caso el pistolero no tenía ningún objeto que pueda decir que ese mazo le pertenece.

— Le quite de las frías manos a un cazador de cazadores. Es una muy buena historia permíteme contarle.

— Ok pistolero, estaré atento y mientras jugamos me contaras esa historia.

Ambos hombres empezaron a platicar mientras la conversación entre el coronel y el teniente se hizo más interesante:

— Siempre admire sus logros coronel Richard pero aun me pregunto que lo hizo comenzara a perder el control de sus tropas y sufrir una derrota que llevo al triunfo de los republicanos— dijo Moisés mientras coloco una pistola encima de una pequeña mesita que estaba al lado del coronel Richard.

— Esa pregunta siempre es muy personal, pero como ya acabo la guerra perdí las esperanzas de volver a encontrar a mi hijo. El se perdió en la sierra de Yhuria.

— Mis condolencias coronel, perder a un hijo es muy difícil para cualquier amoroso padre—decía el teniente mientras se servia un vaso de cerveza— pero justo me encontraba en servicio en Yhuria, el frente más difícil en la guerra del continental aun recuerdo ese día, me encontraba en patrullaje.

— Si se que ese lugar era prácticamente de los radicales, pero poco a poco la gente de los pequeños pueblos se alió con ustedes, sobre todo los cambiantes.

— Si eso es cierto general— respondió el teniente Moisés, pero también ese día cuando hacia patrullaje me encontré a un hombre blanco cerca de una refinería abandonada de petróleo, tenía toda la pinta de haberse perdido de su patrulla cuando me conto una historia.

Resulta que estaba en Yhuria buscando a más radicales para poder convencer a los pueblos de la zona a su bando pero el plan le salió muy mal, justo el pueblo donde había llegado estaba lleno de cambiantes y seres paranormales muy resentidos con ese bando por los hechos ocurridos con la quema del orfanato, ellos rápidamente comenzaron a eliminar a su patrulla y él fue el único sobreviviente, el solo tenía un deseo: volver a ver a su padre.

El estaba totalmente desarmado y con las ropas rasgadas rogaba con las pocas fuerzas que le quedaban volver a ver a su padre, ese hombre no había comido en días y el frio comenzaba a afectarle el cerebro. Al verlo solo sentí lo que un honorable republicano debe hacer conducirlo a un lugar seguro pero antes le dije una condición el cual estuvo muy dispuesto aceptarla con tal de encontrar algo que comer y abrigo para solucionar su tan triste situación.

— Le hize que me chupara mi pene negro, era muy increíble que un radical lo hiciera después de todas las salvajadas que ha cometido aquel buen chico no puso ninguna objeción, realmente estaba desesperado coronel.

Sintiéndose moralmente destrozado el coronel cogió el revolver que el teniente había dejado y rápidamente disparo, pero aquel disparo que se oyó no era de su arma, el coronel callo en el suelo con un disparo en la cabeza. Había comenzado el tiroteo el cual cegó la vida de todos a excepción de el teniente, el comisario y la cambiante.

Heridos habían atado con una gruesa soga a la cambiante para poder darle muerte ahorcándola.

— Maldita perra pensaste que escaparías de tu destino emboscándonos de era manera con tus amiguitos cambiantes, desde que tu amigo gordo nos recibió ya estaba retratada su mentira— decía Moisés mientras se agarraba la entrepierna que brotaba sangre, él había recibido un balazo en los testículos.

— Nosotros los republicanos que les amos ayudado y nos pagan de esta manera, tu y tus amigos tienen el derecho de morir ahora, esta cuerda de acero te dará muerte— decía el comisario quien herido sostenía la cuerda firmemente.

Empezaron ahorcando a la joven quien ya no podía ni hablar ni defenderse, las lagrimas se mezclaban con la mancha de sangre de su rostro proveniente de la cabeza de su hermano que el teniente ultimo de un disparo en la cabeza.

Unas pisadas fuertes alertaron a los dos hombres, de repente la puerta se abrió de golpe y se escuchó tres disparos, más que disparos parecían destellos de luces anaranjadas. Uno de los destellos fue directamente a la cuerda quien desato a la joven los otros dos destellos dieron muerte a los verdugos de la cambiante.

— ¡Roxana! Despierta ya estoy aquí, Yulian está aquí.

Roxana abrió los ojos y acaricio el rostro del hombre diciéndole:

— Yulian...ayúdame.

El la sostenía en sus brazos mientras todo alrededor de ellos comenzaba a desmoronarse.

— La serpiente había tomado tu alma, es hora de que vuelvas a la realidad.

— Y que será de ti— respondió preocupada Roxana mientras sostenía fuertemente la mano de Yulian.

— Aun tengo cuentas que saldar con esa mierda. ¡Opale! Vuelve a la realidad mi amada Roxana.

El comenzó a resplandecer de un color amarillo mientras con sus manos ahorcaba a su amada pintándola del mismo color resplandeciente. Poco a poco ella comenzaba a desaparecer y regresar a la realidad.

— Gracias Yulian te amo

— Lo se Roxana, Lo sé.

Con un movimiento fuerte partió el cuello de la cambiante regresándola a la realidad.

De todo y sin armasWhere stories live. Discover now