Muy buenos dias...

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Laura se despertó escuchando los latidos de Carmilla, acostada sobre su pecho descubierto. Su mano viajando suavemente por el abdomen marcado dela pelinegra. Decidió despertarla de la mejor manera que se le podía ocurrir, todavía tenia tiempo para ir a trabajar. Levantó la cabeza hasta la oreja de su acompañante, sus labios cubrieron el lóbulo de su oreja y su lengua fue directo a su piel. Carmilla soltó un gemido que era mezcla de la sorpresa y excitación que le causaba el contacto con Laura. Sus manos, que descansaban a los costados, se fueron a agarrar de la cintura de la más pequeña.

-Buen día...- dijo la pelinegra, jurando la cabeza para mirarla mejor.

-Ya vas a ver qué tan bueno puede ser.- Respondió y siguió trabajando su oreja, succionando con una lentitud dolorosa mientras su mano iba al pecho de Carmilla, le daba un pequeño apretón y se dirigía a su pezón que estaba endureciéndose de a poco. Carmilla corrió sus manos por la espalda de Laura, mientras ésta empezaba a bajar hasta su cuello. La pelinegra llevaba su cabeza hacia atrás en las almohadas y esto le abría el paso a la rubia que pasaba su lengua por el contorno de su filosa mandíbula y mordisqueaba suavemente su camino de descenso a los pechos de Carmilla. Llevó su mano a la cadera de la pelinegra, apretando su trasero y acercándolo más estrechamente, haciendo que ésta soltara otro gemido y su respiración se hiciera más pesada.

Trazó un camino de besos en uno de sus pechos hasta llegar al pezón, que ya se había endurecido. Lo tuvo en su boca, con su lengua lo humedeció con movimientos circulares y las manos de Carmilla casi arañan la espalda de Laura. La mano de la rubia empezó a estirar la ropa interior de la pelinegra, se introdujo entre la tela y su suave piel. Acarició dulce y lentamente el hueso de la cadera y se fue adentrando para rozar su clítoris con fuerza contenida. Haciendo círculos en lo más húmedo de la pelinegra, mientras esta se retorcía sobre las sabanas blancas de su cama. Laura trabajó los pezones de Carmilla acariciándolos con su lengua y aprontándolos cada vez que escuchaba sus gemidos.

Decidió seguir su descenso por el sensual cuerpo de la pelinegra. Besó y mordisqueó su abdomen marcado, dejó un camino de chupones muy enrojecidos. Pasó su lengua por afilado hueso de la cadera de Carmilla, pasó por alto su intimidad y fue directo al sensible interior de sus muslos. Levantó la mirada para verla a los ojos y, en ese momento Carmilla levantó la cabeza la entre las almohadas para verla con la ansiedad de esperar para tenerla en su intimidad.

-Dios... Laura.- dijo, casi con un suspiro y, al oír esto, la rubia presionó su lengua en el clítoris, haciendo que la pelinegra se sobresaltara en la cama y tomara una bocanada de aire. Con un movimiento rápido puso las piernas de ésta en sus hombros, tomándolas de las caderas. Carmilla soltó un gemido sonoro, uno que hacía mucho tiempo no sentía de verdad – pensó para ella misma-. Llevó sus manos al pelo de la rubia y la sostuvo en su lugar, eso le dio una idea a Laura de la mucho que la pelinegra estaba disfrutando y arremetió con su lengua otra vez, succionó con fuerza. Con sus dedos se abrió camino al interior de la intimidad de Carm. Primero solo con un dedo, lento, demasiado lento... más de lo que Carmilla podía aguantar.

-Otro...mas.- dijo, entre suspiros la pelinegra, Laura obedeció y otro dedo hizo su camino hasta su interior. L penetrpo con sus dedos una y otra vez, con una lentitud desesperante.

-¿Así o más rápido?- dijo, levantando la cabeza, lamiéndose los labios sugestivamente.

-Mas rápido, rápido.- dijo Carmilla que respiraba con dificultad en el extraño de su cama.- Ya... casi.- logró decir antes de que Laura tomara rapidez en sus movimientos que no eran bruscos -sino , más bien, muy estudiados-,pensó la pelinegra que estaba a punto de quebrarse de placer. Laura trabajaba con su lengua haciendo círculos e su clítoris y sus dedos sabían muy bien cada movimiento que daban. La respiración de Carmilla se hizo más pesada y de un momento al otro su interior temblaba alrededor de los dedos de Laura, que se hundían en ella. Su cabeza cayó en la almohada y la rubia salió de su interior, levantó a vista para verla mejor y sonrió ante su figura. Besó sus muslos y fue subiendo con hasta su cuello con todo su cuerpo sobre el de Carmilla que se giró para verla a los ojos.

-Wow linda.- dijo la pelinegra, sonriéndole.- Eso fue...- y no llegó a terminar la oración porque Laura la besó en los labios, pero ya no era un beso de deseo o ansias, era un beso del afecto mas real que había tenido en mucho tiempo.

Café tibioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora