"Podrías recordarme una vez más ¿Por qué tengo que sacrificar mi único día de descanso aquí?" Refunfuña Carmilla a su esposa mientras mira con desdén a su alrededor.
Laura gira los ojos de nuevo, es la décima ocasión en que la pelinegra se queja de su presencia en el pequeño campo deportivo.
Hace algunos meses Hayley ha decidido unirse a un equipo de futbol americano, y aunque ha sido realmente extraño para toda la familia, la rubia no pudo hacer otra cosa que apoyar a su hija en su decisión y asistir con ella a todos sus partidos, arrastrando a Sloan que silenciosamente se sienta a su lado para ver a su hermana recibir el balón y correr 'inutilmente', como tantas veces lo ha expresado.
Y si bien, para la pelinegra mayor siempre ha sido importante darle toda su atención a su hija, hay un límite para sacrificar sus gloriosas mañanas de domingo que bajo ninguna circunstancia desperdiciará despertando a temprana hora de la mañana para acompañar a la familia y ver a su hija en tal actividad como el 'juego de barbarie' al que la pequeña rubia se unió.
Pero tras la semana de castigo sin sexo y las dos últimas noches durmiendo en el sofá de la sala en lugar de en su propia cama junto a su esposa, Carmilla ha tenido el tiempo suficiente para pensarlo bien; eso y obviamente la falta de actividad sexual ha tenido el efecto que la rubia ha esperado. Sobre todo cuando Laura ha vestido toda la semana prendas entalladas que dejan ver el firme cuerpo que aún mantiene. Ni pensar en el día anterior; cuando la pelinegra ,que había regresado a casa de su brunch con Lilita, ha encontrado a la rubia en plena sala de su casa haciendo una pose de yoga que debería considerarse una ofensa moral legalmente.
Así que, es de esa manera que Carmilla por su propia voluntad, no que vaya a aceptar su derrota ante su esposa nunca, ha decido que le dará una oportunidad a este circo deportivo y se encuentra en una de las gradas junto a una entusiasta Laura que viste un ridículo jersey deportivo del equipo de su hija; el mismo que la pelinegra sospecha que es uno que incluso le pertenece a la pequeña rubia por la manera en que se adhiere al delicioso escote de su esposa. ¡Maldita semana de abstención! ¡Y estúpido y sexy cupcake!
"Uh, yo me he preguntado lo mismo desde hace semanas" Masculla Sloan detrás de su más reciente libro comprado.
Si bien el gruñón humor de la pelinegra se ha, de alguna manera, extendido hasta la menor; Laura sabe muy bien que Sloan trata solo de impresionar a su otra madre. Más de una vez la rubia, la ha visto dejar el libro a un lado y mirar a su hermana correr hasta la zona de anotación, dejando salir un '¡Bien, Hayley!' antes de regresar rápidamente tomar su libro y hacer de cuenta que nada ha pasado. Así que su madre está convencida que no le molesta para nada asistir a los partidos para demostrarle su apoyo.
"Cállense las dos. Estamos aquí por Hay y vamos a pasar una buena mañana en familia. Así que, borren esos ceños fruncidos de sus caras y sonrían al frente que Hayley está mirando para acá." Dice Laura sonriendo, aunque Carmilla sabe que es un falso gesto para ocultar su molestia con las dos pelinegras.
Carmilla y Sloan dan un gran suspiro y ambas giran sus miradas a la pequeña rubia que está ataviada en un enorme jersey y un casco que parece llegar hasta sus hombros; pero nada de ello le quita el entusiasmo de saludar con ambas manos de manera frenética y pegar saltos de alegría al ver a su familia completa en las gradas.
Y sí, Hayley está acostumbrada a ver a su rubia madre y a su hermana, algunas veces Will se ha unido a ellas junto con S.J. para vitorear las anotaciones de la niña. Inclusive Mattie ha aparecido al final de uno de los partidos, de una manera inesperada para todos, para abrazar y felicitar a su sobrina. Lilita ha regalado a su nieta uno de los mejores equipos deportivos para su protección y unos spikes de color amarillo mandados a hacer especialmente para Hayley. Papa Hollis pasa algunas tardes de la semana entrenando las recepciones con ella. Pero ninguno de esos días ha sido tan único como este día en el que Carmilla ha decidido aparecerse ahí.
Por eso, cuando la pelinegra ve la cara de su hija iluminarse con esa sonrisa, no puede hacer otra cosa que sonreír en respuesta y levantar la mano para saludarla.
Cuando Carmilla regresa su mirada a su esposa, ésta se encuentra con una ceja levantada y con ese gesto en su rostro que parece gritar un satisfactorio '¡Te lo dije!' a lo que la pelinegra gira los ojos con exageración.
"¿Por qué Hayley no está en el campo?" Pregunta Carmilla para desviar la atención.
"Porque ella es receptora" Responde Laura como si el enunciado fuese suficientemente compresible para todos.
Y no, obviamente la rubia no va a mencionar la semana que se ha escabullido del trabajo temprano para visitar a Danny y a Kirsch en su casa, tan solo unos días después de que su hija ha avisado su deseo por unirse al equipo deportivo. Ambos la recibieron con una especie de pizarra con 'X's y 'O's y flechas por todos lados, que solo le habían confundido más. Fue hasta que Caden decidió entrometerse en todo el lío, viendo la frustración de sus padres, que con toda la paciencia del mundo le explicó a Laura cada una de las posiciones y movimientos de los equipos y la rubia entendió por fin el juego. La periodista está convencida que la niña es la hija perfecta de esos dos, con el conocimiento perfecto en deportes de su padre y la pasión por la enseñanza de su madre.
Después de unos minutos de intentar, palabra clave, enseñar a Carmilla los conocimientos más generales del juego, una molesta Laura se da por vencida diciendo que se limite a ver lo que pasa y pronto aprenderá el objetivo. La pelinegra encoge los hombros y mira nuevamente al enorme niño-adolescente que toma el balón entre sus piernas, no pudiendo evitar mentalmente nombrarlo como el 'Orco 85' por su tamaño.
El primer cuarto pasa tan lento para Carmilla como si el tiempo mismo le estuviera torturando, el equipo de Hayley no ha podido hacer una sola jugada a la ofensiva; y la pelinegra piensa que los 'idiotas sin talento' que rodean a su hija deberían dedicarse a otra cosa que no tenga nada que ver con el deporte.
Para el segundo cuarto, Carmilla ha dejado de poner toda su atención en la cancha y se centra en lo que de verdad importa; como la manera en la que el redondo y firme trasero de su esposa entallado en los shorts caquis que viste se revela cada vez que se para en alguna jugada; o la forma en la que su amplio pecho se mueve rítmicamente cuando salta en exaltación ante la decisión de alguno de los referees. Y principalmente, en la forma en la que el Cupcake se muerde los labios de nervios cuando el otro equipo parece avanzar más de lo que quisiera. Esos labios que han sido negados por un buen tiempo a la pelinegra en favor de no alejar la atención de su esposa del partido, una razón más por la que odiar este estúpido deporte sin sentido.
El medio tiempo llega un poco más pronto de lo esperado, ahora que Carmilla tiene en qué entretenerse, el tiempo es karmático y por supuesto que se va más rápido de lo deseado por la pelinegra.
Laura se sienta en su lugar e intercambia algunas de sus impresiones con otras madres y padres del equipo y Carmilla no tiene la menor idea de los conceptos que la gente a su alrededor menciona; así que aprovecha el tiempo para revisar los intensos correos de Elsie sobre trabajo.
Entre la acción, la peliengra ve un grupo de jovencitas al centro del campo, pompones de un rojo profundo en mano y cortas, muy cortas, faldas de por medio. La publicista se pregunta si se sentiría más contenta con su hija si en lugar de entrar al equipo de americano, se hubiera unido al escuadrón de porristas, pero es cuando dos de ellas son levantadas por los chicos porristas haciendo un split en el aire que da gracias que no sea así.
Aunque en su mente bien puede imaginarse a su esposa vistiendo aquellas pequeñas prendas y piensa que entonces no habría ninguna objeción al respecto.
